jueves, 29 de diciembre de 2016

Poema: Magia de madrugada



Magia de madrugada:
Hay una magia extraña
en el aroma de la madrugada.

Una sombra que repta entre la oscuridad
y que llena el vaho de mi boca.

Hay una magia extraña en mis pasos
y en los pasos ausentes
de aquellos locos que pasean
a estas horas de la noche.

No hacen falta cascos.
El silencio es la mejor música,
y su armonía me conduce
por calles perdidas
y callejones serpenteantes
dentro de mí.

Hay miedo.
Miedo de no hallarme,
o de no buscarme siquiera.

Qué más dará…
Sigo dando pasos decididos
en la intermitencia del camino.

Decido que mi destino es
allá donde desperté mi vaho
bajo la suave llamada del sol,
asomado tímidamente
y arropado por las sábanas
del amanecer.

Hoy mi cuna será mi paseo.
Mañana mi cuna será mi paseo.
Ayer mi cuna fue mi paseo.
Mis pies se mecen
a través de un momento
que carece de denominación,
pues escapa del tiempo en sí.

Todo es eterno cuando no es.
Hay una magia extraña en esta eternidad.

Poema: Lluvia de estrellas



Lluvia de estrellas:
Camino de un mar de espuma
color azul eléctrico
paseé junto al reflejo
de una luz difuminada.

Era pues una luz curiosa
que soñaba con la luna
y a la que le escribía cuentos,
mientras le suspiraba soplidos.

Quizás en aquella luz,
en aquellas estrellas,
el propio tiempo
decidió bajarse del mundo.

Quizás aquel soplo
dirigido a la luna
me rozó un rizo
o me despeinó las pestañas.

Sea como fuere,
de esas nieves,
estos ríos.
De estrellas a laureles.

Seguramente mi metamorfosis
haya llegado en forma de una lluvia gris de estrellas
y de luces que parpadean
al son de mi reflejo.

martes, 20 de diciembre de 2016

Poema: Humilde Morada

Humilde morada:
Hace ya un tiempo
Decidí abrirle mi puerta
Solamente a mi Soledad
Porque la última persona
Que salió de ahí
Destrozó todo el pasillo.

Cerré a cal y canto
Y tiré la llave por la ventana.

Me acostumbré a mi Soledad,
Que de alguna forma dejó pasar
A Apatía.

Al principio me molestó,
Al fin y al cabo... yo no la había invitado
Y me sentía incómoda con su presencia.
Sin embargo, poco a poco
Me acostumbré a su silencio
Y a la buena pareja que hacía con mi Soledad.
Me encantaba como se estrellaba
contra mi pared
Y luego exhalaba entre carcajadas
Adoraba su sonrisa de medio lado
Y su forma de caminar.
Con ella y la soledad,
La habitación estaba llena.
Yo estaba llena.

Quizás todo lo bueno acaba.
Quizás todo lo malo acaba.
Quizás todo acaba.

Quizás por eso encontraste
por accidente
Aquella llave
Que decidí tirar por la ventana
Con la esperanza
de perderla de vista para siempre
o quizás de alguien
se tropezase con ella.

Allí, en el momento
en el que entraste en la sala
y tropezaste con mi alfombra
Supe que mi paz había acabado.

Apatía no aguantó mucho tiempo allí.
Le ponias nerviosa.
Soledad vuelve de vez en cuando
Pero suele ser cuando no estás.
Se siente apartada
cuando vienes a verme.
Innecesaria.

Echo de menos a Apatía.
Echo de menos su presencia...
Pero te echo más de menos a ti cuando no estás.

Y tengo miedo.
Tengo miedo del simple
Hecho de que con tu presencia
Olvido a Apatía, a Soledad,
A mi puerta y alli donde estoy.

Y tengo miedo más que nada
A que al salir de mi habitación
No vuelvas jamás
Y de que tu salida triunfal
El destrozo no se quede sólo en el pasillo.

Quizás, de esa manera, ya no tenga ninguna llave que tirar,
Ni ninguna puerta que dejar cerrada.

Poema: Cíclico



Cíclico

Vino, y golpeó la mesa.
Y te dejas engañar.

Seguramente cambie…
Ya no te acostarás
entre lágrimas e insultos.
Ya no te hará de menos.
Y tu voz será escuchada,
y no sólo oída.

Y entonces, seguramente,
el cielo amanezca de noche
y la lluvia ignore la gravedad
y todos decidiremos no respirar
por el puro hecho de poder cambiar.

No.
No te engañes.

Ni aún con la mejor e inexistente
buena voluntad,
ni el sol sale por el oeste
ni quien maltrata conoce otra realidad.

Huye.