martes, 27 de septiembre de 2016

Poema: El cuervo, la víbora y los infiernos.



El cuervo, la víbora y los infiernos:


Trastabillando entró un cuervo molesto

en mi cuna.

Amarrado a los barrotes,

decidió entonces

disparar picotazos

y descoser heridas

profundas.



Rebusqué consuelo

en mi almohada

y ésta resultó

estar llena de víboras.



Ente la espada

y la daga,

el corte era necesario

y los picotazos

comenzaron a escocer.



Estocada, picotazo,

colmillos de víbora.



Picotazo, Picotazo.



Decido romperle

el cuello al cuervo

Para que corra y picotee al diablo.





Una víbora se esconde

y consuela en los infiernos

la triste picotada rítmica

de lo que queda del cuerpo.



Mas, desgracia de mí,

la víbora hizo de mi sangre

veneno.



Y la sangre coagula.

Y el futuro es incierto.



Y decido ponerme

entre la espada y la daga

y me atravieso de una vez.



Con suerte no sentiré nada.

viernes, 9 de septiembre de 2016

Poema: Guerrera de construcción masiva (es fácil)



Guerrera de construcción masiva (es fácil):

Cargando con un arma de construcción masiva

entraste en el último vagón vistiendo

de una extraña oscuridad luminosa.



Olvidé por un momento mi destino.

Qué coño.

Por un momento ni siquiera sabía dónde estaba.



Estando perdida en ti,

encontré a tu pulgar derecho,

con pequeñas heridas visibles.

Provocadas quizás

por aquel arma que portabas.

Quizás incluso por tu propia boca.



Nunca lo supe. Nunca lo sabré.

Maldita sea… Ni siquiera sé tu nombre.

Ni siquiera me atrevía a mirarte a la cara.

No era digna.

Seguramente aún no lo sea.



Sólo vi tu rostro una vez, fugazmente.

Sólo te vi de verdad cuando,

con un suave movimiento,

apartaste el flequillo ladeado

de tu hermoso cabello azabache,

dejándome ver cómo realmente eras.



Efectivamente, no era digna.

Toda tú eras una obra de arte

mejor que cualquier cuadro

jamás pintado,

cualquier escultura

jamás tallada,

cualquier canción

jamás tocada,

o que cualquier poema

jamás escrito

o que se vaya a escribir.



Era simple.

Es simple.



Ni siquiera sé qué escribir.

Qué elemento de ti describir antes.

Es imposible.



No se debe separar una armonía.

No se pueden separar los colores

que forman un atardecer.



No sé nada sobre ti.

Ni tu nombre, ni tu razón de ser.

Solo sé que, por un corto espacio de tiempo,

tú fuiste mi razón de ser.



Nunca fui digna.



No debí haber bajado de ese tren.



 Nota de la autora: Siendo este poema tan exacto y a la vez tan abstracto, me encantaría que me diérais vuestra opinión/interpretación en los comentarios. :) Mil gracias, paz y amor: M.D.C

jueves, 1 de septiembre de 2016

Poema: Escozor cardíaco



Escozor cardíaco:
Me escuece el corazón.
Cuando mis lágrimas saladas
desfallecen sobre su tez raspada
suelta un pequeño gemido de dolor.

Hago oídos sordos hasta que chilla.

Sólo entonces
lo desinfecto llenándome de alcohol,
lo que me deja con lágrimas dulces de alegría forzada
y con el corazón adormilado.

Quizás, algún día mi pequeño gran corazón
no aguante más taquicardias del destino
y termine por desfallecer.

Inconsciente entonces, dejará de escocer.