El caminar:
Me desperté un día
blandiendo la espada
del deshonor
y gritando que era mía.
Me levanté
y en mi estandarte
solo quedaba sangre seca,
sangre anónima
y el sabor de la vergüenza,
que dejaba llagas en mi boca,
y sueño en mi cama del
eterno cansancio.
Cogí todo lo que una vez perdí
y me lo eché a los hombros,
quitándome todo el peso
que siempre he sentido.
Ahora camino moribundo,
siendo traidor de un mundo
que busca
los juramentos de quién sufre,
la lealtad del desarraigado
y la muerte como máxima promesa.
Anocheceré
hereje
y
amaneceré
salvador.
Quizás no del mundo,
quizás solo de mí mismo.
Pero mi espada será mía,
y estandarte me vestirá,
y todo lo que perdí
viajará siempre conmigo.
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