El precio
a pagar por la vida
es la
muerte.
Miro lo
agónico del mañana
que se
escapa entre mis párpados
y me noto
ciega y sola.
Quiero
amanecer con los bolsillos
llenos de
sangre
a la que
no deberle un río
al que
desembocar.
El sueño
siempre es mejor,
es la
única certeza,
es todo lo
que me queda.
El aire de
unos pulmones de talco
ya no sabe
escapar de su prisión
ficticia.
Efecto
placebo,
concordancia
última,
decadencia
primera.
Fin
del único acto.
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