Llueve en mí:
Espero con ojos vidriosos
y mirada perdida
al día en que
el repiqueteo de la
lluvia
contra mis cristales
enmudezca, acallado
por un vacío que dejó de
ser hueco.
Pero, y sin embargo,
la lluvia le marca el
ritmo
a las súplicas de la nada,
y es menester de aquel amo
que ni posee ni necesita
siervo alguno.
Acunada, entonces
en mi jaula de cristal
comprobé que mi alrededor
estaba seco, pero que
llovía en mí…
Y el temporal sigue su
cauce.
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