domingo, 26 de febrero de 2017

Poema: Gota a gota



Gota a gota:
Cae la gota.
La ropa se desgarra y sólo me arropa
el terror de la bala a quemarropa.

Cae la gota
y asciende el suspiro
y tiembla mi pulso y se asienta el delirio.

Cae la gota
y al albor del vacío
se alumbra la oscuridad del suplicio.

Cae la gota.
Arrasa y destroza y golpea y se mofa
y repite y ríe y recuerda mi derrota.

Cae la gota,
colma el vaso,
vaso vacío,
vacío que ahoga
gota a gota.

Poema: El mar de la guerrilla dormida.



El mar de la guerrilla durmiente:
Mirais tranquilamente la mar
que respira y se mece
y no pensáis en tempestad alguna
que a su paso destroce
todo, sin distinción.

Y así como durmiente despierta
la calma precede a la guerra
y la guerra es ciega e injusta
e imparable aunque nos duela.

No miréis mi calma
y la halléis estática,
pues las mareas cambian
y las guerras tan sólo duermen.

Una vez despierta y armada
no habrá inocente ni ignorante.
Sólo un obstáculo más.
Sólo un tsunami más.
Sólo un destrozo más.

No riais la calma
si no podréis soportar
el llorar la guerra.

domingo, 5 de febrero de 2017

Poema: Océano de corazones esféricos



Océano de corazones esféricos.

Olas rojiblancas

y albiazules

inundan las aceras

con gritos extasiados

y embriagados

de furor.



Olas que caminan,

formando un océano

indivisible sólo movido

por la marea

de la pasión

y los vientos

de las ansias

de victoria.



Se enlatan en los bares

cercanos a su templo

y con poco temple

comparten vítores

con hermanos

de otra madre,

pero con los que comparten

tinte sanguíneo.



Cuando por fin

suene el comienzo de su batalla

serán una sola voz

una sola armada con un solo sueño.

Y reirán y llorarán

y celebrarán

o lamentarán.



Juntos, como el océano

que son.



Y cuando su templo

quede vacío

aún lo llenarán,

distantes,

sus almas coloradas.



Porque tras el pitido final,

el marcador no existe,

y el único resultado válido

es aquel que asoma

en las gradas.



Un canto unido,

una hermandad,

un océano sin otra agua

que la sangre que los recorre

y que los une,

que late en el centro del campo

y en el pecho de todo aquel

con corazón esférico.