Huele a quemado:
El aire pesado y oscuro
llena mis pulmones.
Los reconstruye con óxido
y putrefacción
y mi respiración de metal
sabe a desaliento,
y mis palabras suenan
como un arma
que lleva años sin ser
usada.
Siento mi corazón
demasiado grave
para lo agudo de mi
estómago,
y mi cabeza mezcla bises
de bronce
con aquellos de plata y
oro.
Los repite una y otra vez
cual disco rayado
hasta que pulveriza
cualquier registro inicial
que estos pudieran tener.
Huele a quemado.
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