Cíclico
Vino,
y golpeó la mesa.
Y te
dejas engañar.
Seguramente
cambie…
Ya
no te acostarás
entre
lágrimas e insultos.
Ya
no te hará de menos.
Y tu
voz será escuchada,
y no
sólo oída.
Y
entonces, seguramente,
el
cielo amanezca de noche
y la
lluvia ignore la gravedad
y
todos decidiremos no respirar
por
el puro hecho de poder cambiar.
No.
No
te engañes.
Ni
aún con la mejor e inexistente
buena
voluntad,
ni
el sol sale por el oeste
ni
quien maltrata conoce otra realidad.
Huye.
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